La lluvia había cesado, en el ambiente había un aroma a mañana fresca,
los pequeños tuxs salieron todos en tropel, felices del nuevo amanecer.
Cada uno de ellos con un color diferente, saltaba alegremente
en el campo, Debian lanzaba pequeñas distros por todo lado,
Red Hat más serio, camina de forma firme, seguido por sus
hermanos Fedora y Centos, Slackware a lo mejor el más gruñón
caminaba con su aire misterioso, sabedor de una personalidad difícil
pero lleno de sapiencia y experiencia.
Sin importar en donde, allí aparecían los tuxs, Opensuse jugueteaba
en la hierba humeda aun, con fresco olor a tierra, Ubuntu parecía bailar
al son de tambores procedentes del misterioso continente africano.
En las ramas de los arboles los oggs entonaban diferentes tonadas,
todas ellas libres, llenando el ambiente con melodías nuevas y frescas
que surcaban las redes en todas direcciones.
Más allá a lo lejos, se observaban las praderas de la libertad,
llenas de oportunidades, abriendo un campo nuevo y misterioso
que se observaba pristino bajo un cielo azul.
Es estos campos los GNUs pastaban apaciblemente, esperando la llegada
de todo aquel que quisiera conocerlos, de llenarse del conocimiento que
su especie encierra para darlo a todos por igual.
Un Gimp juguetón aparecía de vez en cuando, cambiando
los pixeles del paisaje, dejando tras de sí una estela de color
que se esparce por todo el paisaje.
De regreso a la cabaña al lado de una cascada, los usuarios
descansaban seguros de su libertad, dueños de ellos mismos,
libres de jugar, aprender, pensar con todo este nuevo mundo
lleno de diversidad y de nuevas ideas abiertas a todos.
Muy tuanis este poema con la materia a la vez nos ayuda a comprender
ResponderEliminaralgo de esto.